La fe es un don de Dios, pero debemos nutrirla para mantenerla fuerte puesto que es como un músculo: si se ejercita, crece y se fortalece; pero si se mantiene inactiva, se debilitará.
Como se nutre!! Nutrimos el don de la fe al orar a nuestro Padre Celestial en el nombre de Jesucristo.
Nutrimos el don de Fe al expresar gratitud al Padre y al suplicarle las bendiciones necesarias para nosotros y los demás, nos acercaremos más a El.
Fortalecemos nuestra fe al guardar los mandamientos.
cultivar la fe mediante el estudio de las Escrituras y de las palabras de los profetas de los últimos días.
Tengan en cuenta que la fe no es un don gratuito quqe se da sin reflexión, sin deseo ni esfuerzo. No nos llega como rocío del cielo. El Salvador dijo: "Venid a mí" (Mateo 11:28) y "llamad, y se os [dará]"(véase Mateo 7:7). Estos son verbos de acción:venid, llamad; son opciones; de modo que les digo: escojan la fe. Escojan la fe en lugar de la duda; escojan la fe en lugar del temor; escojan la fe en lugar de lo desconocido y lo que no se ve; y escojan la fe en lugar del pesimismo. ( discurso Fe : Tu escoges Richard C. Edgley , Primer Consejero del Obispado Presidente Octubre 2010 )
La Fe es una elección que se debe buscar y cultivar.Y cuando escogemos la fe y luego la nutrimos hasta que sea "un conocimiento perfecto" de las cosas del Señor, entonces usamos las palabras "testifico" o "yo se".
Sin esas tres cosas —primero, confianza absoluta; segundo, acción y tercero, absoluta conformidad— sin estas tres, todo lo que tenemos es falso: una fe débil e inservible.
La clave para que podamos obtener poder mediante la Fe es conocer la voluntad de Dios, preguntar cuál es y actuar de acuerdo con ella. "Cristo ha dicho: Si tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer cualquier cosa que me sea conveniente" (Moroni 7:33).
No obstante, Él advierte: "…si pedís algo que no os conviene, se tornará para vuestra condenación" (D. y C. 88:65).
La Fe que ustedes tengan en Cristo crecerá de forma maravillosa a medida que día a día procuren saber y hacer la voluntad de Dios. La fe, que ya es un principio de acción en ustedes, también se convertirá entonces en un principio de poder.
Elijan vivir por medio de la fe y no por temor.
Si deseamos obtener más fe, debemos ser más obedientes. La fe requiere una actitud de obediencia exacta aun en las cosas pequeñas y simples
El deseo, la esperanza y la convicción son formas de fe, pero la fe como principio de poder viene por medio de un modelo constante de conducta y actitudes ŕ. La rectitud individual es una elección. La fe es un don de Dios, y el que la posea puede recibir inmenso poder espiritual.
Existe una cualidad de la fe que se cultiva al concentrarnos con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza. Se ve y se siente en los ojos de un gran misionero, de una mujer joven valiente y virtuosa, de madres, padres y abuelos rectos.
Los seis puntos destructivos , la duda, el desánimo, la distracción, la falta de diligencia, la desobediencia y la incredulidad socavan y destruyen nuestra fe.
El desánimo y la desesperación son la antítesis de la fe.
El desánimo lleva a la distracción, a la falta de concentración. La distracción elimina la concentración que requiere el ojo de la fe. El desánimo y la distracción son dos de las herramientas más eficaces de Satanás, y también son hábitos muy malos.
La distracción conduce a la falta de diligencia, a un compromiso menos firme a permanecer leales y fieles y a seguir adelante a pesar de las dificultades o desilusiones. Las desilusiones son una parte inevitable de la vida, pero no tienen que llevarnos a la duda, al desánimo, a la distracción ni a la falta de diligencia.
Si no cambiamos el rumbo, este curso a la larga conduce a la desobediencia, la cual debilita el fundamento mismo de la fe. Podemos elegir evitarlos y vencerlos.
Los momentos difíciles requieren mayor poder espiritual. Consideren detenidamente la promesa del Salvador: "Si tenéis fe en mí, tendréis poder para hacer cualquier cosa que me sea conveniente" (Moroni 7:33) Fe en Jesucristo Deberes y bendiciones del Sacerdocio, Parte A, 1997
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