domingo, 24 de mayo de 2015

¿Qué debemos decir en nuestras oraciones?

Debemos expresar gratitud gozosa y sincera por las bendiciones recibidas. El Señor ha dicho: "y habéis de dar gracias a Dios en el Espíritu por cualquier bendición con que seáis bendecidos" (D. y C. 46:32)
Pablo escribió lo siguiente: "Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; "por los reyes y por todos los que están en eminencia…" (1 Timoteo 2:1–2).

 2 Oramos pidiendo que las puertas de las naciones se abran para recibir el Evangelio; oramos pidiendo la oportunidad y la guía para dar a conocer las gloriosas nuevas a otras personas. El niño que haya orado toda su vida por la obra misional será un buen misionero. …

3 Oramos por esa persona a quien hayamos considerado enemiga, porque recordamos el hermoso y potente consejo del Señor que dice: "Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian" (Lucas 6:27–28). La persona que ore por aquellos que la rodeen y hacia los cuales pueda tener malos sentimientos, ¿tendrá un enemigo por mucho tiempo? 

4 Oramos pidiendo sabiduría, buen juicio y comprensión. 

5 Oramos para tener protección en lugares peligrosos, para tener fortaleza en momentos de tentación. Recordamos a nuestros seres queridos y a nuestros amigos. Pronunciamos oraciones breves vocales o en pensamiento, en voz alta o en el más profundo silencio. Siempre llevamos una oración en el corazón para que nos vaya bien en nuestras actividades diarias. ¿Puede uno hacer mal si tiene en su corazón o a flor de labios una oración sincera? 

6 Oramos por nuestro matrimonio, nuestros hijos, nuestros vecinos, nuestro trabajo; por las decisiones que tomamos, por las asignaciones de la Iglesia, por nuestro testimonio, nuestros sentimientos, nuestras metas. En verdad, seguimos el gran consejo de Amulek y oramos pidiendo misericordia, suplicamos por nuestros medios de vida, por nuestra casa y para que nuestros enemigos no tengan poder; oramos "contra el diablo, que es el enemigo de toda rectitud"; y por nuestras cosechas. Y cuando no estamos clamando al Señor, dejamos rebosar nuestros "corazones, entregados continuamente en oración a él por [nuestro] bienestar, así como por el bienestar de los que [nos] rodean" (véase Alma 34:18–27) 

7. Oramos suplicando perdón

8. Oramos por todo lo que sea necesario, digno y apropiado.
Hacemos nuestras peticiones también por los enfermos y los afligidos. El Señor escuchará nuestras oraciones sinceras; tal vez no siempre los sane, pero puede que les dé paz, valor o fortaleza para sobrellevar bien lo que venga. Y en nuestras oraciones no olvidamos a aquellas personas que necesitan bendiciones tal vez más que los que tienen imperfecciones físicas: los que están confusos y frustrados, los tentados, los pecadores, los perturbados. Elevamos nuestras oraciones por el bienestar de nuestros hijos. A veces, a medida que crecen, adquieren una actitud de rebeldía a pesar de todo lo que les digamos o hagamos por ellos. Alma se dio cuenta de que las exhortaciones que hacía a su hijo eran inútiles y oró por él, y sus oraciones fueron potentes.

 9. El orar a nuestro Padre Celestial es un gran privilegio y gozo, una bendición para nosotros. Pero nuestra experiencia no termina al fin de la oración, sino como lo enseñó correctamente. Nunca debemos olvidar que es preciso que vivamos el Evangelio con la misma sinceridad y fervor con que oramos 

10. Hay algunos asuntos sobre los cuales es mejor orar en privado, donde no haya que preocuparse por el tiempo ni la confidencialidad. La oración en soledad es productiva y provechosa. El orar a solas contribuye a librarnos de la vergüenza o el fingimiento, de cualquier tipo de engaño; nos ayuda a abrir el corazón y a ser completamente sinceros y honorables al expresar todas nuestras esperanzas y maneras de pensar. Durante mucho tiempo he estado convencido de la importancia de hacer en privado nuestras oraciones personales. A veces, el Salvador consideró necesario retirarse a las montañas o al desierto para orar. Así también el apóstol Pablo buscó el desierto y la soledad después de recibir su grandioso llamamiento; Enós fue a lugares solitarios para entrar en comunión con Dios; José Smith halló su lugar privado en la arboleda, donde sólo los pájaros, los árboles y Dios escucharon su oración. Fíjense en algunas claves de su relato: "Por consiguiente, de acuerdo con esta resolución mía de recurrir a Dios, me retiré al bosque para hacer la prueba… Era la primera vez en mi vida que hacía tal intento, porque en medio de toda mi ansiedad, hasta ahora no había procurado orar vocalmente" (José Smith—Historia 1:14; cursiva agregada). También nosotros debemos, siempre que sea posible, buscar un cuarto, un rincón, un lugar adonde podamos retirarnos a "orar vocalmente" y en secreto. Recordemos las muchas veces en que el Señor nos instruye a orar vocalmente: "Y además, te mando que ores vocalmente así como en tu corazón; sí, ante el mundo como también en secreto; así en público como en privado" (D. y C. 19:28)10. Si en esos momentos especiales de devoción no le confiamos todo al Señor, Él quizás tampoco nos dé algunas de las bendiciones que tenga para nosotros. 

 11. En nuestras oraciones, no debe haber disimulos ni hipocresía, puesto que en ellas no puede haber engaño. El Señor conoce nuestra verdadera situación. ¿Debemos decirle cuán buenos somos, o cuán débiles? Ante Él estamos desnudos. ¿Le ofrecemos nuestras súplicas con modestia, sinceridad y con un "corazón quebrantado y un espíritu contrito"? ¿O como el fariseo que se enorgullecía de lo bien que cumplía la ley de Moisés? [Véase Éter 4:15; Lucas 18:11–12.] 

12 La oración es un enorme privilegio, no sólo por hablar con nuestro Padre Celestial sino también por recibir amor e inspiración de Él. Y al finalizar nuestras oraciones, debemos escuchar atentamente, incluso durante varios minutos. Hemos orado pidiendo consejo y ayuda; a continuación, debemos estar "quietos, y conoce[r] que [Él es] Dios (Salmos 46:10)

13. La Iglesia exhorta a tener la oración familiar por la noche y por la mañana. Para hacerlo, todos los miembros de la familia que puedan estar presentes se arrodillan juntos… 

14. Nuestro Padre Celestial nos ha dado la bendición de orar para ayudarnos a tener éxito en todas las actividades importantes del hogar y de la vida. Sé que si oramos fervientemente y con rectitud, tanto individualmente como en familia, al levantarnos de mañana y antes de retirarnos por la noche, así como alrededor de la mesa a las horas de comer, no sólo estaremos más unidos por el amor sino que también progresaremos espiritualmente

15. La oración de un matrimonio será diferente de la que haga una familia con hijos crecidos o una con hijos pequeños. Naturalmente, si hay niños pequeños, la oración no debe ser larga, no sea que pierdan interés o se cansen, y después no quieran participar. Cuando los niños oran, no es probable que lo hagan por largo tiempo. Como muestra, la oración del Señor no duraría más de unos treinta segundos y, sin duda, es mucho lo que podemos agradecer y pedir en uno, dos o tres minutos; sin embargo, habrá veces en que obviamente será conveniente tener una comunicación más prolongada con Dios

16. Cuando nos arrodillamos para tener la oración familiar, nuestros hijos, de rodillas a nuestro lado, están aprendiendo hábitos que perdurarán con ellos toda su vida
 Si oramos con apuro, y hasta con la tendencia de que sea un ritual repetido al cual no le damos mucha importancia, también se darán cuenta de ello. Sería bueno que, tanto en familia como en privado, hiciéramos lo que Mormón aconseja: "Por consiguiente, amados hermanos míos, pedid al Padre con toda la energía de vuestros corazones…" (Moroni 7:48)20. La oración familiar va más allá de la súplica y las expresiones de gratitud: Es un paso adelante hacia la unidad y la solidaridad de la familia, crea una conciencia familiar y establece un espíritu de interdependencia entre los miembros de la familia.

17. Las oraciones en público siempre deben ser apropiadas a la ocasión. Una oración dedicatoria será más larga, pero la primera oración de una reunión será mucho más corta y debe limitarse a solicitar lo que sea necesario para esa oportunidad en particular. La última oración debe ser aún más breve, puesto que es de agradecimiento y despedida. 
La unción con aceite es una parte breve y específica de una ordenanza y no debe extenderse a expresiones apropiadas para el sellamiento de la unción, que se hace a continuación y que puede alargarse según lo que sea oportuno para invocar bendiciones sobre quien la reciba. 
La oración a la hora de comer no tiene por qué ser larga, pero en ella se debe expresar gratitud y pedir bendiciones para los alimentos; no debe ser una repetición de la oración familiar que se haya ofrecido anteriormente. Pero, si hemos sido sinceros y fervientes, sentiremos siempre bienestar, un sentimiento de amor por nuestro Padre Celestial y de Su amor por nosotros.

18 Debemos orar con fe, pero conscientes de que cuando el Señor conteste, quizás Su contestación no sea lo que esperamos o deseamos. Debemos tener la fe de que lo que Dios escoja para nosotros será lo mejor 

• El presidente Kimball dijo: "La oración en soledad es productiva y provechosa" (pág. 59). ¿Cómo podemos hacernos tiempo para ofrecer oraciones personales que sean significativas? Al orar solos, ¿por qué será bueno que de vez en cuando oremos en voz alta?

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