lunes, 21 de enero de 2013

Sección 110 de Doctrina y Convenios

Cuando se estaba terminando el Templo de Kirtland, se derramaron grandes bendiciones sobre los santos. El profeta José Smith escribió sobre una gran manifestación espiritual que tuvo lugar el 21 de enero de 1836, junto a Oliver Cowdery.

"Al atardecer, me reuní con la Presidencia en el templo, en el salón oeste de clases, con el fin de ocuparme de la ordenanza de ungir nuestra cabeza con aceite santo; también los consejos de Kirtland y de Sión se reunieron en los cuartos contiguos y esperaron en oración mientras nosotros nos ocupábamos de la ordenanza…
Jose dice, " El velo fue retirado de nuestras mentes, y los ojos de nuestro entendimiento fueron abiertos. Vimos al Señor sobre el barandal del púlpito, delante de nosotros; y debajo de sus pies había un pavimento de oro puro del color del ámbar. Sus ojos eran como llama de fuego; el cabello de su cabeza era blanco como la nieve pura; su semblante brillaba más que el resplandor del sol; y su voz era como el estruendo de muchas aguas, sí, la voz de Jehová, que decía: Soy el primero y el último; soy el que vive, soy el que fue muerto; soy vuestro abogado ante el Padre. He aquí, vuestros pecados os son perdonados; os halláis limpios delante de mí; por tanto, alzad la cabeza y regocijaos. ( vers 1-5)

"Las visiones de los cielos se abrieron para [los miembros del sumo consejo de Kirtland y de Sión, que también fueron invitados al cuarto]. Algunos de ellos vieron el rostro del Salvador y de otras personas que eran ministradas por ángeles santos, y el espíritu de profecía y revelación se derramó con gran poder; y se elevaron al cielo hosannas y gloria al Dios de lo alto, porque todos estuvimos en comunión con las huestes celestiales. Y en mi visión vi a todos los de la Presidencia en el reino celestial de Dios y a muchos otros que también se encontraban presentes" (History of the Church, tomo II, págs. 379, 381–382).

El Templo de Kirtland se dedicó el 27 de marzo de 1836. En su escrito final de los acontecimientos maravillosos que tuvieron lugar ese día, el Profeta escribió acerca de una reunión que se realizó al atardecer en el recién dedicado templo. "El hermano George A. Smith se levantó y comenzó a profetizar, cuando de pronto se escuchó un estruendo como el de un viento fuerte que soplaba, el cual llenó el templo, y toda la congregación se levantó a un mismo tiempo, impelida por un poder invisible.

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