Que el gozo de nuestra fidelidad hacia lo más elevado y mejor dentro de nosotros sea nuestro a medida que mantengamos nuestro amor y nuestro matrimonio, nuestra sociedad y nuestra alma, tan puros como se espera que sean; ruego en el nombre de Jesucristo. Amén.
No hay lugar para el enemigo de mi alma
POR EL ÉLDER JEFFREY R. HOLLAND Del Quórum de los Doce Apóstoles
Liahona Mayo 2010
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