María era una virgen que poseía gran belleza física y espiritual.
Existen profecías en el Libro de Mormón, El profeta Nefi escribió sobre una visión que tuvo poco después de llegar a América desde Jerusalén, aproximadamente 600 años antes del nacimiento del Salvador:
Y aconteció que me dijo: ¡Mira! Y miré para verlo, pero no lo vi más, pues se había retirado de mi presencia. Y sucedió que miré, y vi la gran ciudad de Jerusalén, y también otras ciudades. Y vi la ciudad de Nazaret, y en ella vi a una virgen, y era sumamente hermosa y blanca. Y ocurrió que vi abrirse los cielos; y un ángel descendió y se puso delante de mí, y me dijo: Nefi, ¿qué es lo que ves? Y le contesté: Una virgen, más hermosa y pura que toda otra virgen. Y me dijo: ¿Comprendes la condescendencia de Dios? Y le respondí: Sé que ama a sus hijos; sin embargo, no sé el significado de todas las cosas. Y me dijo: He aquí, la virgen que tú ves es la madre del Hijo de Dios, según la carne. Y aconteció que vi que fue llevada en el Espíritu; y después que hubo sido llevada en el Espíritu por cierto espacio de tiempo, me habló el ángel, diciendo: ¡Mira! Y miré, y vi de nuevo a la virgen llevando a un niño en sus brazos. Y el ángel me dijo: ¡He aquí, el Cordero de Dios, sí, el Hijo del Padre Eterno! (1 Nefi 11:12-21).
Y volvió a profetizar a su pueblo:
Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emmanuel (2 Nefi 17:14)
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