Podemos ser librados de la maldad y la perversidad al recurrir a las enseñanzas de las Santas Escrituras. El Salvador es el Gran Libertador, porque Él nos liberó de la muerte y del pecado (véase Romanos 11:26; 2 Nefi 9:12).
Élder Tom Perry, El poder de librarse Liahona abril 2012
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