El himno "Qué firmes cimientos" se publicóen 1787. Emma Smith lo incluyó en el primer himnario de los Santos de los Últimos Días en 1835.
Este himno sirvió de consuelo a los santos perseguidos. Después de la masacre de Haun's Mill, acaecida en 1838 y en la que murieron su esposo y su hijo, Amanda Smith se congregó con mujeres e hijos desconsolados en el hogar de uno de los santos. Oraron en voz alta pidiendo consuelo.
Un día, la milicia del estado dijo a los santos que si no cesaban, los matarían. No era seguro orar en voz alta en la casa, por lo que Amanda huyó a un maizal.
"Al salir de entre el maíz", dijo, "me habló una voz; era una voz tan clara como la que jamás había oído. No se trataba de una impresión apacible pero intensa del espíritu, sino de una voz que repetía la estrofa del himno:
"Al alma que anhele la paz que hay en mí
no quiero, no puedo dejar en error;
yo lo sacaré de tinieblas a luz,
y siempre guardarlo, y siempre guardarlo,
y siempre guardarlo con grande amor".
[ Himnos, Nº 40]
"A partir de ese momento", dijo Amanda, "ya no tuve más miedo". (Véase Karen Lynn Davidson, Our Latter-day Hymns , 1988, pág. 115.) Este himno sigue recordándonos del poder protector del Salvador.
Liahona Junio 2004
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