sábado, 29 de enero de 2011

Porque cantamos?

Quiero compartir un extracto de un mensaje maravillo que lei en la liahona, que motiva a tener los himnos en nuestro corazon.

¿Por qué cantamos?
El cantar himnos puede invitar al Espíritu a nuestras reuniones de la Iglesia, a nuestro hogar y a nuestra vida diaria. El presidente J. Reuben Clark, hijo (1871-1961), de la Primera Presidencia, enseñó: "Quizá nos acercamos más al Señor [mediante] la música que por cualquier otro medio, excepto la oración"  .

La Iglesia ha creado un sitio web para obtener acceso a los himnos (disponible en español, francés, inglés y portugués). Music.lds.org incluye instrucciones para dirigir la música y para tocar himnos usando un teclado electrónico, y también sugerencias para escoger himnos apropiados para la reunión sacramental.
Desde el sitio, se pueden descargar o reproducir la música y la letra, lo cual podría ser especialmente útil para los miembros que no tienen piano o teclado electrónico.
La música se puede usar tanto en el hogar como en la iglesia. La Primera Presidencia ha aconsejado: "Enseñemos a nuestros hijos a [amar] los himnos: cantémoslos los domingos, en la noche de hogar, al estudiar las Escrituras, antes o después de orar; cantémoslos mientras trabajemos y en cualquier momento en que estemos juntos"

Los himnos pueden traer un espíritu de amor y unidad a nuestro hogar.
Notas
1. J. Reuben Clark Jr., en Conference Report, octubre de 1936, pág. 111.
2. Himnos, pág. X.
Fortalecida por un himno  Khetiwe Ratsoma, Sudáfrica  09682_002_009

Decidí competir en una maratón con colegas del trabajo en el Cabo Occidental, Sudáfrica. Me entrené y trabajé arduamente a fin de prepararme para la carrera.
El día de la carrera me desperté, leí las Escrituras y oré. Estaba nerviosa, pero también sentía que debía confiar en el Señor. Sabía que, si lo hacía, Él me brindaría sustento y apoyo.

Teníamos que caminar o correr cuarenta kilómetros. Comenzamos a las ocho de la mañana. El clima estaba fresco y un poco lluvioso, así que al principio disfruté de la caminata y me estaba yendo bien, pero cuando estaba a unos diez kilómetros de la meta, la carrera se me empezó a hacer difícil; se me distendieron los músculos de una pierna y tenía algunas ampollas; quería abandonar la carrera. Pero entonces empecé a cantar un himno:
Pues ya no temáis, y escudo seré, que soy vuestro Dios y socorro tendréis; y fuerza y vida y paz os daré.y salvos de males vosotros seréis.
("Qué firmes cimientos", Himnos, Nº 40).

Una y otra vez la letra del himno inundó mi mente y me levantó los pies, y terminé la carrera gracias a la fortaleza del himno del Señor.
Esa experiencia me enseñó que el evangelio de Jesucristo tiene que ver con la perseverancia; es como caminar o correr una carrera. A veces nos cansamos, descansamos y volvemos a caminar. El Padre Celestial no deja de confiar en nosotros, no importa cuántas veces nos caigamos; para Él lo que cuenta son las veces que nos levantamos y volvemos a caminar. Su evangelio tiene que ver con terminar la carrera.
En las palabras de los líderes de la Iglesia
(De las cosas pequeñas proceden las grandes ,Elder Christofferson Liahona Feb 2011)

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