Somos hijas espirituales de Dios amadas por El, y nuestra vida tiene significado, propósito y dirección.
Como hermandad mundial, estamos unidas en nuestra devoción a Jesucristo, que es nuestro salvador y nuestro ejemplo.
Incrementamos nuestro testimonio de Jesucristo por medio de la oración y el estudio de las escrituras.
Procuramos adquirir fortaleza espiritual al seguir los susurros del Espíritu Santo.
Estamos consagradas al fortalecimiento del matrimonio, de la familia y del hogar.
Consideramos que es noble ser madre y que es un gozo ser mujer.
Nos deleitamos en prestar servicio y en hacer obras buenas.
Amamos la vida y el aprendizaje.
Defendemos la verdad y la rectitud.
Apoyamos el sacerdocio como la autoridad de Dios sobre la tierra.
Nos regocijamos en las bendiciones del templo, comprendemos nuestro destino divino y nos esforzamos por alcanzar la exaltación.
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