Debido a que el tomar decisiones correctas es esencial para lograr tus metas de la vida, considera la forma en que debes tomarlas. Hay dos métodos para tomar decisiones:
Primero, las decisiones que se basan en las circunstancias;
Segundo, las decisiones que se basan en la verdad eterna.
El principio que guía las decisiones que se basan en las circunstancias es el de tomar decisiones según el resultado que se desee obtener, en lugar de hacerlo de acuerdo con lo que está bien o lo que está mal. En ese método no tiene lugar un conjunto fundamental de normas que guíen esas decisiones de un modo uniforme; cada una se toma según lo que prometa dar inmediatamente el resultado más deseado. El que siga ese camino queda librado a su propia fortaleza y capacidad y al apoyo de aquellos a quienes convenza de actuar en su favor. Satanás alienta este método, pues le da la mayor oportunidad de tentar a la persona a tomar decisiones que causen daño aunque parezcan las más atractivas en el momento de tomarlas.
Con el tiempo, el que tome las decisiones basándose en las circunstancias puede tener la certeza de que cometerá serias transgresiones. Para esa persona, no hay una barra de hierro de la verdad que la mantenga en la senda correcta; constantemente estará enfrentando una diversidad de tentaciones sutiles de desviarse de los mandamientos. Esas decisiones se justifican afirmando que, después de todo, no son tan malas, que son más aceptables socialmente y que proporcionan más amigos. Una persona astuta sin principios fundamentales puede alcanzar a veces, temporariamente, logros impresionantes. Sin embargo, ese resultado es como un castillo de arena: cuando llega la prueba del carácter, se desmorona, muchas veces arrastrando tras de sí a otras personas.
El segundo método, el de las decisiones que se basan en la verdad eterna, es el del Señor, y siempre te llevará a tomar decisiones guiadas por Su plan de la felicidad; éstas se concentran en hacer lo correcto y no en decidir primero cuál es el resultado que se desea obtener. El optar por hacer lo que el Señor haya definido como correcto llevará siempre, al final, a los mejores resultados. No obstante, ese método puede exigirte dejar de lado algo que desees anhelosamente ahora por un bien mayor en el futuro.
La Fuerza de la Rectitud Élder Richard G. Scott del Quórum de los Doce Apóstoles
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