"El Señor nos ha prometido quo si escogemos su camino, seremos bendecidos en abundancia e inmensurablemente, de maneras que exceden nuestra comprensión."
Después de la resurrección de Cristo, los Doce Apóstoles predicaron el evangelio en la ciudad de Jerusalén. El mensaje de ellos llegó al corazón de muchas personas y, tras testificar de la realidad de la resurrección del Señor, les preguntaron: "… Varones hermanos, ¿qué haremos?" (Hechos 2:37).
A diario tenemos que tomar decisiones con respecto a nuestro bienestar físico, emocional y espiritual, así como al bienestar de los que nos rodean. Lo que decidamos hacer se basa en nuestro entendimiento de lo que es bueno y recto para nosotros y procuramos evitar dar pasos en falso y cometer errores. Anhelamos la felicidad y el bienestar.
Una cosa es conocer el camino y otra, seguirlo. Algunos quizá luchemos buscando principios guías, algún fundamento en el cual apoyarnos, en tanto que otros que han trazado el plan perfecto nunca hallan la motivación, ni el tiempo ni la valentía para seguirlo.
Creo que el fundamento y la luz guía de todas nuestras decisiones es el Evangelio de Jesucristo y Su mensaje al mundo. Las enseñanzas de Cristo deben estar impresas en nuestros deseos de escoger lo bueno y de ser felices. La vida justa de nuestro Señor debe reflejarse en nuestros actos. El Señor no sólo enseña el amor: El es amor. El no sólo habló de la importancia de la fe, el arrepentimiento, el bautismo y el don del Espíritu Santo: El vivió lo que esnifen; su vida reflejó el evangelio que predicó. Hubo y hay una armonía total entre sus pensamientos y sus actos.
Cuando un hombre preguntó a Cristo que debía hacer para heredar la vida eterna, El le respondió: "Amaras al Señor tu Dios … y a tu prójimo como a ti mismo" (Lucas 10:27). El amor es la esencia del evangelio y la luz guía de la vida cristiana, que no sólo nos enseña a mirar hacia Dios sino también hacia nuestro prójimo, por lo que debemos dedicar nuestro corazón, alma y mente al Señor y a nuestro prójimo: hombres, mujeres y niños. Pero, ¿que significa eso en realidad? Significa que sigamos la admonición de las Escrituras: "Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14:15); significa que vivamos el ejemplo del buen samaritano, que no tenia prejuicios ni excusas, por lo que amó de verdad a su prójimo, recorrió la segunda milla y dio de lo que tenia pese a todas las desventajas, decidido sólo a prestar servicio. En contraste con eso, el apóstol Santiago dijo: "El hombre de doble animo es inconstante en todos sus caminos" (Santiago 1:8).
El vivir cristiano no pone sus principios en el plano de la indecisión. El Señor nos ha prometido que si escogemos su camino, seremos bendecidos en abundancia e inmensurablemente, de maneras que exceden nuestra comprensión. El vivir cristiano exige decisión y dedicación, una dedicación desprovista de fanatismo y llena de comprensión y de amor; una dedicación que, sin conocer el egoísmo, sabe de nuestras necesidades personales; una dedicación que abarca a todo el genero humano y conserva la mira en el Señor. Es una dedicación que brinda regocijo y que, al mismo tiempo, rara vez carece de aflicción, desilusión e inquietud.
No siempre es fácil escoger hacer lo correcto y algunos luchamos toda una vida por hallar el camino recto. Recordemos que no nos corresponde juzgar a los que se encuentren confusos o no tengan las fuerzas necesarias para cambiar. Lo que ellos necesitan es nuestra comprensión y nuestro apoyo.
Cuando Jesús fue a las regiones de Judea, un joven le dijo: "Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Que mas me falta?" (Mateo 19:20.) Si bien la respuesta de Cristo fue sencilla también fue poderosa: "… anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el ciclo; y ven y sígueme" (Mateo 19:21).
Pero el dinero solo no aligera las cargas de nuestros semejantes, y muchos vivimos donde el dinero escasea. El mundo tiene necesidad de tiempo y, si tenemos aunque sólo sea una hora libre, somos ricos. Se requiere tiempo para escuchar y consolar, se requiere tiempo para enseñar y animar, así como para alimentar y vestir. Todos tenemos la facultad de aligerar nuestras mutuas cargas y consolar a alguien.
Echemos una mirada a nuestro alrededor y si no vemos pobreza, enfermedad ni desesperación en nuestro propio vecindario o barrio, entonces busquemos con mayor ahínco. Y recordemos, no tengamos miedo de salir de nuestro círculo social y cultural.
Es cierto que las necesidades del mundo pueden abatirnos y que las injusticias de la vida y los males de la sociedad pueden paralizarnos, pero creo que ninguna causa buena es en vano y que si ayudamos aunque sea a una persona, el mundo es un lugar mejor. Escoged hoy el servicio que prestareis y hacedlo con prudencia. Preparaos para servir de ayuda al prójimo. Hay muchas causas buenas tanto dentro como fuera de la Iglesia. Se necesitan voluntarios que den de su tiempo y talentos a los menos afortunados.
Os testifico que sólo estaremos en el servicio de nuestro Dios si nos hallamos en el servicio a nuestros semejantes. (Véase Mosíah 2:17.1 Confío en que tengamos la sabiduría y la determinación de decidir hoy día a quien deseemos servir, y ruego que, junto con el profeta Josué, decidamos: "… pero yo y mi casa serviremos a Jehová" (Josué 24:15). En el nombre de Jesucristo. Amen.
"Escogeos hoy a …"
por el élder Hans B. Ringger
de los Setenta
de los Setenta
Mayo 1990 , Liahona
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