Porque sabía que si verdaderamente lo amábamos, querríamos obedecer todos Sus demás mandamientos. Juan dijo: "Pues éste es el amor a Dios: Que guardemos sus mandamientos" (1 Juan 5:3; véase también 2 Juan 1:6).
Debemos poner a Dios sobre todo lo demás de nuestra vida. Él debe estar primero, tal como lo declara en el primero de Sus Diez Mandamientos: "No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Éxodo 20:3).
Cuando ponemos a Dios en primer lugar, todos los demás aspectos de nuestra vida pasan a tener la posición que les corresponde o desaparecen de ella. Nuestro amor por el Señor dirigirá nuestros afectos, la forma en que empleemos nuestro tiempo, los intereses que tengamos y el orden de prioridad que demos a las cosas.
Debemos poner a Dios por delante de todos los demás en la vida.
¿cuál sería el objeto de nuestra máxima lealtad? ¿Podemos poner a Dios por encima de la seguridad, la paz, las pasiones, la riqueza y los honores de los hombres?
Cuando José se vio obligado a escoger, anheló más complacer a Dios que agradar a la esposa de su empleador. Cuando a nosotros se nos requiere decidir, ¿anhelamos más complacer a Dios que a nuestro jefe, a nuestro maestro, a nuestro vecino o a nuestro novio?
Ensenanzas de Ezra Talf Benson
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