El Profeta Ezequiel vivió En 597 a. C., en ese momento el rey Nabucodonosor de Babilonia llevó cautivas a muchas personas del reino de Judá. Entre ellas se encontraba Ezequiel, a quien el Señor llamó como Profeta cinco años después. Ezequiel desempeñó su ministerio entre su pueblo exiliado hasta el año 570 a. C. era sacerdote en el templo.
Los escritos de Ezequiel contienen reprimendas y promesas que se aplican no sólo al antiguo reino de Judá sino a todo Israel, aun a los miembros de la Iglesia de la actualidad. A pesar de que Jerusalén había sido destruida, Ezequiel vio de antemano el día en que sería recogida y restaurada.
Ezequiel nos enseña que el palo de Judá representa a la Biblia y el palo de José es el Libro de Mormón. ( 37:15–20)
Ezequiel vivió en la misma época de los profeta Jeremías, Daniel y Esdras. Estaba casado (Ez:24:18), era hijo de Buzí, de linaje sacerdotal, fue llevado cautivo a Babilonia junto con el rey Joaquim de Judá (597 a. C.) . Cinco años después, a los treinta de su edad (cf. 1, 1), Dios lo llamó al cargo de profeta, que ejerció entre los desterrados durante 22 años-es decir- hasta el año 570 a. C.
En libro de Ezequiel al igual que Daniel y Apocalipsis, puede ser llamado un libro de misterio. Contiene mucho lenguaje figurado que es difícil de interpretar.
Su vocación le llegó en medio de una visión que cambió por completo su vida. A partir de aquel momento, Ezequiel se convirtió en el portavoz de Dios cerca de los exiliados (3.10–11)
Ezequiel al destierro, y estando allí recibe la llamada profética: la visión del carro alado o plataforma volante que llega a la presencia del trono del Señor. Ezequiel es nombrado profeta. Y comienza su actividad explicando lo que ha sucedido por causa del pecado y predicando la conversión. Es un profeta de desventuras, porque anuncia que lo peor está aún por venir; la primera conquista y la deportación inicial no son más que un ensayo o el acto primero de la tragedia definitiva que va a acaecer. Un día, de manera repentina, le comunica Dios la muerte de su esposa, prohibiéndole guardar luto. La gente se extraña de esta indiferencia ante la desaparición de la mujer amada, y el profeta tiene que explicar: Os van a quitar vuestra esposa, vuestra novia y amor, y no podréis guardar luto por ella. Esa esposa es Jerusalén, con su templo. Todo eso se cumple; y, coincidiendo con esa fecha, sufre Ezequiel un ataque de afasia, quedando mudo. Esa mudez del profeta coincide con la destrucción de la ciudad y del templo o, quizá, con el derribo de la muralla.
El fugitivo le informa: han incendiado la ciudad y han destruido el templo. La noticia conmociona tan profundamente a Ezequiel que le hace recuperar el habla. Y comienza a predicar, ahora con un nuevo estilo, cuyo tema central es la esperanza.
Los escritos de Ezequiel contienen reprimendas y promesas que se aplican no sólo al antiguo reino de Judá sino a todo Israel, aun a los miembros de la Iglesia de la actualidad. A pesar de que Jerusalén había sido destruida, Ezequiel vio de antemano el día en que sería recogida y restaurada.
Ezequiel nos enseña que el palo de Judá representa a la Biblia y el palo de José es el Libro de Mormón. ( 37:15–20)
Ezequiel vivió en la misma época de los profeta Jeremías, Daniel y Esdras. Estaba casado (Ez:24:18), era hijo de Buzí, de linaje sacerdotal, fue llevado cautivo a Babilonia junto con el rey Joaquim de Judá (597 a. C.) . Cinco años después, a los treinta de su edad (cf. 1, 1), Dios lo llamó al cargo de profeta, que ejerció entre los desterrados durante 22 años-es decir- hasta el año 570 a. C.
En libro de Ezequiel al igual que Daniel y Apocalipsis, puede ser llamado un libro de misterio. Contiene mucho lenguaje figurado que es difícil de interpretar.
Su vocación le llegó en medio de una visión que cambió por completo su vida. A partir de aquel momento, Ezequiel se convirtió en el portavoz de Dios cerca de los exiliados (3.10–11)
Ezequiel al destierro, y estando allí recibe la llamada profética: la visión del carro alado o plataforma volante que llega a la presencia del trono del Señor. Ezequiel es nombrado profeta. Y comienza su actividad explicando lo que ha sucedido por causa del pecado y predicando la conversión. Es un profeta de desventuras, porque anuncia que lo peor está aún por venir; la primera conquista y la deportación inicial no son más que un ensayo o el acto primero de la tragedia definitiva que va a acaecer. Un día, de manera repentina, le comunica Dios la muerte de su esposa, prohibiéndole guardar luto. La gente se extraña de esta indiferencia ante la desaparición de la mujer amada, y el profeta tiene que explicar: Os van a quitar vuestra esposa, vuestra novia y amor, y no podréis guardar luto por ella. Esa esposa es Jerusalén, con su templo. Todo eso se cumple; y, coincidiendo con esa fecha, sufre Ezequiel un ataque de afasia, quedando mudo. Esa mudez del profeta coincide con la destrucción de la ciudad y del templo o, quizá, con el derribo de la muralla.
El fugitivo le informa: han incendiado la ciudad y han destruido el templo. La noticia conmociona tan profundamente a Ezequiel que le hace recuperar el habla. Y comienza a predicar, ahora con un nuevo estilo, cuyo tema central es la esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario