El domingo es un día para hacer una pausa y recordar. Asistimos a las reuniones de la Iglesia; reflexionamos sobre nuestras bendiciones, fortalezas e imperfecciones; procuramos el perdón; participamos de la Santa Cena y meditamos sobre el sufrimiento que el Salvador padeció por nosotros. Tratamos de que las cosas que nos impedirán adorarlo no nos distraigan, porque "en este día", como dijo el Señor, "no harás ninguna otra cosa" (D. y C. 59:13). Cualquier actividad en la que participemos durante el día de reposo debería estar en comunión con el espíritu de recordar a Cristo. Si estamos haciendo algo en el día de reposo que nos aleja de nuestra intención de recordar al Salvador y ministrar como Él lo haría, entonces quizás deberíamos reconsiderar lo que hacemos. Recuerda que el día de reposo es un día que se ha señalado no solamente "para descansar de tus obras", sino también para "rendir tus devociones al Altísimo" (D. y C. 59:10).
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